Durante la VIII Cumbre de la Organización Democrática Mundial (ODM), que se llevó a cabo en Montecarlo, Argentina, Esmeralda Luna —CEO de Mujeres Inquebrantables, conferencista internacional y activista comprometida con la igualdad de género y la erradicación de la violencia contra la mujer— lideró el panel Participación política en América Latina.
Esmeralda inició su intervención utilizando metáforas sobre su vida, comparándola con el carbón y el diamante, haciendo referencia a aquellos propósitos inalterables e invencibles e invitando a que el poder sea una herramienta para servir. En este foro aprovechó también para hacer una denuncia pública sobre la falta de garantías en derechos humanos que enfrentan las mujeres internas en los centros de reclusión de Latinoamérica, donde son violentadas diariamente. Además, hizo un llamado a la sororidad sin importar las condiciones sociales, recordando que la mayoría de los países del continente mantienen profundas brechas de desigualdad social y violencia de género.

La cumbre fue, además, un espacio de reflexión, de unión de lazos entre naciones, de aprendizaje y de confianza en los procesos individuales y colectivos. Esmeralda no se refirió únicamente a la democracia institucional, exaltó a la mujer que trabaja por y para los demás, en busca de un legado y ese es el papel que desarrollan los que hacen parte de la Organización Democrática Mundial.

Con un mensaje transformador, Esmeralda Luna dejó una huella en la cumbre, recordando que la verdadera democracia también se construye desde la equidad y la empatía. Ejerciendo el poder desde el servicio, una invitación urgente a la acción. Su intervención no solo llamo la atención por su contenido emotivo y valiente, sino por reafirmar que el liderazgo femenino en América Latina, el cual es clave para la construcción de una sociedad más justa, libre y solidaria.
